Estás en el patio principal de la universidad. Es una tarde como cualquier otra, con una brisa como todos los días. De repente, el sol se escurre entre las ramas de los árboles… y la ilumina precisamente a ella. La razón de tus desvelos, de las horas invertidas en el ciberespacio buscando cada detalle público de su vida y de las ojeras que exhibes con orgullo, se acerca hacia tí. Pareciera que el mundo entero se detuvo ; ya nada más importa. El destino (y quizá alguna estratégica conjunción planetaria) conspiraron para este momento; no hay ningún banco disponible, aparte del tuyo, para que ella se siente. A medida que ella se acerca y Carpenters sigue sonando fuerte en tu mente, empieza a recorrerte un sudor frío por la sien.
Éste es el momento.
Has estado esperando largos semestres por una oportunidad así, un momento “casual”, fortuito, espontáneo… para que ella se entere de que existes; para no tener que acercártele directamente y decirle esa palabra imposible: “Hola”, a quemarropa. ¡NO…! ¡Ni hablar! Eso sería excesivo… ¡Prácticamente te ganarías el spray de pimienta en la cara!
Hoy, la larga espera ha llegado a su fin. Permaneces sumido en este pensamiento, mientras ella se sienta justo a tu lado y sin reparar en tí. Por primera vez la ves en HD (Y no precisamente en una pantalla). Su piel es perfecta, sus cabellos nacieron de las lágrimas de los querubines… sus ojos, fijos en su teléfono el cual no deja de teclear, refractan la luz cual piedras preciosas. Decides que hoy mismo romperás el poster deScarlett Johansonn que tienes en tu cuarto. ¡Ella ya no es nadie…!
A estas alturas tu garganta se siente como la lija, olvidaste la existencia de la respiración y tu mente es una vorágine de ideas. Una cosa es segura: ella no durará para siempre sentada aquí, a tu lado. Los planetas seguirán su curso, la tarde continuará su camino y ella se irá. ¡Es AHORA o nunca, el momento de hablarle!
Pero tu cerebro te hace un sencilla pregunta: ¿Y de qué le vamos a hablar?
¿Del clima? demasiado cliché. ¿De política? ni loco, capaz y terminamos discutiendo… ¿De música? sería demasiada casualidad acertar sus gustos… ¿De deportes? puede ser, pero… ¡No, ni por casualidad…! Si la viste el otro día con una franela del Barcelona y tú eres del Real Madrid… ¿De poesía? demasiado cursi… ¿De las clases? ¡Genio! ¡Claro! eso sí podría ser…! Pero, ¿Qué le pregunto? “Hola, ¿Qué clase tienes ahora?” no, no… demasiado stalker. “¿No estamos juntos en la clase de Comunicación?” sería una pregunta tonta si ya sabes la respuesta. “¿Hola, nos conocemos?” Spray de pimienta asegurado.
Tu cerebro está a punto de estallar. Tienes que decir algo, pero YA. Ahí es donde le lanzas una amenaza a tu área de broca, diciéndole: ¡No me importa qué demonios digas, sólo dí lo primero que se te ocurra!
Tus labios se despegan. Suena el tema de “Carros de fuego”. La brisa en las hojas de los árboles, las conversaciones lejanas y el frenético tecleo de ella, dan paso a tu voz, que rompe el silencio… al fin:
“¿Ehh… disculpa, qué hora tienes?”
Ella se voltea. Un coro de ángeles se desborda de sus pupilas. Estás a punto de cantar victoria al haber hecho añicos el hielo que los separaba, cuando notas que su mirada tiene algo raro: está perpleja. Quizá se dió cuenta de que la pregunta estaba “un poco” fuera de lugar, a juzgar por el reloj Casio G-shock edición gigante que es casi tan grande como un cenicero y se encuentra justo en tu muñeca.
Sus labios se mueven en una expresión de sorpresa. Su cara se arruga en una mueca que dista mucho de ser agradable, y al final dice, viendo su propio reloj “¡Ah! Pero si son las cuatro y media… ¡Ya se me hizo tarde…!”
El sol se esconde tras una nube, ella se levanta precipitadamente y desaparece. La conjunción planetaria ha terminado. La tarde sigue su curso como cualquier otra, con una brisa como todos los días.
…
¿Te parece conocido? todos hemos pasado por una situación similar en algún momento de nuestras vidas. Ese momento de la verdad, en el que más necesitábamos expresarnos, y toda la elocuencia que nuestra imaginación había tejido salió volando por una oreja.
¿Qué podrías hacer la próxima vez que te ocurra? te sugiero unos tips bastante fáciles de recordar:
- Pase lo que pase, NO te presentes inmediatamente. Le darías un tono demasiado formal a la conversación (y parecerá que vas a venderle Herbalife o algo parecido).
- Tu prioridad debe ser romper el hielo. Una pregunta de rápida y fácil respuesta es la más idónea, siempre y cuando no pueda responderte con un “sí” o un “no”. Evita que el tema sea directo a su persona (“Esa blusa te queda espectacular, ¿Dónde la compraste?”)y por favor, NO trates de usar piropos y “pick-up lines” sacados de internet… ¡Son un arma de doble filo! Una pregunta sencilla y casual podría ser: “¿Qué tal te ha ido con android/iOS/Blackberry?” (después de darle un vistazo a su teléfono, claro está).
- Dale toda tu atención, escúchala realmente y no te preocupes por lo que vas a decir a continuación. La conversación es un juego de dos partes. ¡Imagina que un tenista se ponga a practicar su revés mientras la pelota está en el otro lado de la red…! más bien estará atento para poder responder adecuadamente.
- No temas en expresarte libremente, y mientras tengas la oportunidad permítele conocer las cosas que te gustan. Contar una anécdota es muy efectivo y fácil (Y sé sincero, ¡No exageres o inventes!) . Cuando lo hagas, aligera el contacto visual y exprésate con tus manos.
- Mantén el tema ligero; debes evitar temas como política o religión, aún cuando estés seguro de que congenian en ese sentido. Lo último que quieres es parecer pesado o profundo en ese primer contacto.
- Para preguntarle su nombre (como si no lo has leído mil veces en facebook), hazlo justo en el clímax de tu anécdota al tiempo que la tocas en el brazo muy, muy sutilmente.
Por último, si quieres volver a hablarle… ¡Que no se te olvide pedirle su número de teléfono!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario