La habitación estaba vacía, salvo por una mesa iluminada por una solitaria lámpara que colgaba débilmente del techo. El interrogado sudaba copiosamente mientras una figura se paseaba de un lado a otro, imponiendo con sus movimientos la autoridad del cargo que ostentaba. Después de largos minutos, el oficial se sentó pesadamente, y habló con total parsimonia:
“Mira Charlie, ya sé que no piensas delatar a ninguno de estos rufianes. ¿Y sabes qué? ¡No me importa!, porque puedes estar seguro que mientras tú vas a consumirte en una celda por el resto de tus días, tus amiguitos van a estar embarcando mañana mismo para las Bahamas, por no decir a Bora Bora. Imagino que pensarás en eso las largas noches que pasarás durmiendo con un ojo abierto”.
Dicho esto, el detective empezó a recoger las fotos que hasta ese momento, reposaban sobre la mesa. Una a una las introducía en un gastado sobre; la mirada cansada y húmeda del convicto las seguía desordenadamente, sin ningún patrón reconocible. Pero justo cuando el oficial levantaba la penúltima foto, sus ojos vidriosos pestañearon. La mandíbula se tensó un poco y su respiración se detuvo por un cuarto de segundo.
El detective tomó la última copia que quedaba y abandonó sin más la sala. Justo después de cerrar la puerta tras de sí, ya estaba marcando un número en su teléfono móvil. Su tranquilidad de hace un momento habia dado paso a una febril ansiedad. Su voz sonó ronca al otro lado de la línea.
“Confirmado, el cómplice es Johnson. ¡Búsquenlo así sea debajo de las piedras y tráiganlo inmediatamente, no sé cómo, pero tráiganlo ya!”
…
Esta narración ficticia que perfectamente puede salir de cualquier novela policíaca, nos ilustra tres fenómenos neurológicos claves a la hora de detectar no sólo mentiras, sino contradicciones e intenciones ocultas en las personas, a saber:
- Pestañeo y enfoque de la mirada: Recordemos que el pestañeo es un “tiempo fuera”que se da el cerebro para acceder a sus registros. La combinación de ese parpadeo con el enfoque de la mirada en un punto en particular, delata inmediatamente a la persona: está pensando profundamente en eso que vio por sólo un instante, justo después de pestañear.
- Tensar los músculos de la mandíbula: En Hollywood, ésta es una manifestación realmente exagerada (y usualmente quien lo hace, tiene una mandíbula prominente). Es mucho más difícil cuando se trata de mujeres (cuya mandíbula es más perfilada y angosta), y el movimiento en la vida real es más bien sutil.
- Detener la respiración por una fracción de segundo: Aún cuando es la más difícil de detectar, es la más segura de todas. Cuando esto ocurre, la persona presenta un profundo conflicto con lo que está viendo en ese momento. Esta técnica se usa en profundidad en el póker, donde es menester descubrir los “bluffs” de tus contrincantes.
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